miércoles, 23 de noviembre de 2011

El día de Acción de Gracias

El día de acción de gracias tiene sus orígenes en Estados Unidos y Canadá. En Estados Unidos se celebra el cuarto jueves del mes de noviembre, mientras que en Canadá se celebra el segundo lunes de octubre.

En Canadá la tradición viene desde la época del explorador Martin Frobisher, quien agradeció haber sobrevivido a un largo viaje desde Inglaterra por el norte del océano Pacífico. En 1578, después de su tercer y último viaje, Frobisher hizo una ceremonia para dar gracias a Dios. También se relaciona el comienzo de esta festividad a la llegada de los franceses a principios del siglo XVII quienes celebraron sus cosechas exitosas en la Nueva Francia.

En América, la tradición viene con los europeos quienes celebraban festivales antes y después de la cosecha para dar gracias.

En 1621 los peregrinos que llegaron a la colonia de Plymouth en Estados Unidos, dieron gracias a Dios por la buena cosecha. Pero con anterioridad a esta fecha, exploradores españoles celebraron fiestas de agradecimiento en Texas y en la colonia de Virginia.

Según la historia, en 1620 un grupo de colonizadores cristianos, viajó a América a bordo del barco Mayflower. Desembarcaron en el mes de noviembre, a fines del otoño, en la costa de Massachusetts y establecieron la Colonia de Plymouth. El fuerte invierno les tomó por sorpresa. Los que lograron sobrevivir, fue gracias a la ayuda y alimentos que les proporcionaron los nativos de la zona, los indios Wampanoag. En el otoño de 1621, ya establecidos y después de recolectar la primera cosecha, decidieron compartir sus frutos con los indios que les ayudaron cuando ellos no tenían recursos. El gobernador de la colonia proclamó "un día de dar gracias al Señor para que podamos de una manera más especial regocijarnos después de haber recogido el fruto de nuestro trabajo".

Según algunos, en la primera celebración hubo ciervos, pato, ganso, venado, mariscos, pan blanco, pan de maíz, y verduras y no se incluyó el pavo, ni la salsa de arándano.
Según otros, durante los tres días que duró la celebración comieron pavo, maíz, calabaza y carne de ciervo.

Actualmente, existen controversias en cuanto a cuándo y dónde se celebró el primer día de acción de gracias en Estados Unidos. Algunos historiadores insisten en que se celebró por primera vez en Virginia y no en Plymouth, mientras otros señalan que fue en Florida, el 8 de septiembre de 1565, donde los españoles celebraron la primera misa católica en St. Augustine, para dar gracias.

El 19 de febrero de 1789 el Presidente George Washington emitió una proclama para celebrar el día de acción de gracias. Pero fue el 3 de octubre de 1863 que el Presidente Abraham Lincoln proclamó el último jueves de noviembre “como un día de acción de gracias y adoración a nuestro padre benefactor, quien mora en los cielos” y declaró que se celebrara como fiesta nacional en Estados Unidos todos los años. El Presidente Franklin Roosevelt cambió la fecha al cuarto jueves de noviembre para separar la fecha de las fiestas de navidad. En 1941 el Congreso declaró el cuarto jueves del mes de noviembre como el día de acción de gracias.

En Puerto Rico, el Código Político de 1902 establece los días feriados en general e incluye cada día fijado por el Presidente de los Estados Unidos, por el Gobernador de Puerto Rico, o por la Asamblea Legislativa, para la celebración de día de ayuno, día de acción de gracias o día de fiesta.

No importa cuál es su origen, ni cuándo, ni cómo comenzó esta tradición. A lo largo de la historia, en acontecimientos importantes, las personas han hecho una pausa para dar gracias a Dios.

Recuerdo que desde pequeña celebrábamos en casa de mis padres el día de acción de gracias. Mami preparaba un rico pavo relleno, arroz con gandules, ensalada de papas y nunca podían faltar los guineítos en escabeche.

Me encantaba cuando llegaba la fecha, porque recibíamos visitas, la comida era riquísima y comenzaban las fiestas navideñas esa misma noche o al otro día. El olor de la comida de mami me despertaba y bajaba corriendo las escaleras para ver lo que estaba preparando. Ella me preguntaba, con una sonrisa, ¿ya le diste gracias a Dios? Y yo la miraba sorprendida. Me decía: Hoy es el día de dar gracias a Dios, darle gracias por todo lo que tienes. ¿Ya lo hiciste?

Nunca he olvidado sus palabras. Lo más importante no era la comida, ni las reuniones en familia, ni las decoraciones. Lo más importante era y sigue siendo dar gracias a Dios.

Le doy gracias a Dios todos los días, por poder disfrutar de la compañía de mis padres, por mi esposo, por mis hijos y por mi bella nieta. Le doy gracias a Dios por los amigos, que están ahí cuando más los necesitas. Le doy gracias a Dios por mis logros, por todas las cosas que me ha dado y por poder ir a la iglesia y pertenecer al ministerio de música.

Le doy gracias a Dios cuando me levanto y veo por la ventana las flores, un zumbador, una reinita o simplemente cuando alzo la vista y miro el cielo.

Le doy gracias a Dios cuando me tomo una tacita de café recién colado en casa de mami. Cuando llega una de mis hijas y al cerrar la puerta dice: “¡Lleguéeee!

Le doy gracias a Dios cuando veo una foto de mi nieta, cada vez que logra hacer algo nuevo.

Le doy gracias a Dios cuando no me siento bien, pero tengo a mi lado un esposo que me ayuda, me cuida, y que me pregunta: ¿Te traigo el desayuno a la cama? ¿Quieres café?

No esperemos a que llegue un día en específico para dar gracias a Dios. Todos los días Él los creó. Nos da 24 horas al día, 7 días a la semana. ¿Por qué no dedicarle aunque sea un momento en el día para darle gracias?

Que este día de acción de gracias sea uno de recogimiento espiritual y que lo podamos celebrar en familia. 

¡Recordemos darle gracias a Dios por todo y todos los días!

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